Enseñanza unitaria, doctrina cristiana y pizarrines: así era la educación en las escuelas rurales de Liébana

El Museo de La Escuela, ubicado en Mogrovejo (Camaleño), es uno de los centros culturales de la comarca lebaniega que completan el conocimiento sobre la zona para los miles de turistas que la visitan a lo largo del año. En 2021 pasaron por este espacio un total de 8.900 personas.
La estancia está dividida en una exposición compuesta por paneles informativos, fotografías y material escolar, y una sala que acoge la recreación de un aula de la época.
Los útiles escolares que se pueden observar en la exposición (cuadernos, lápices sin sacapuntas, pizarrines, globo terráqueo, mapas, compás de madera de grandes dimensiones…) datan de principios del siglo XXI y son originales, puesto que han sido donados por particulares de la zona.
El horario de visita es de 11.00 a 14.30 horas y de 16.30 a 20.00 horas hasta el domingo 17 de abril. El precio de cada entrada es de dos euros para mayores de 12 años. Sin embargo, por un euro más puede adquirirse la entrada conjunta al Museo y al Centro de interpretación de la Montaña.

Museo de La Escuela (Mogrovejo).
Escuela rural en Liébana
En el mundo rural, el calendario escolar se adaptaba a las necesidades marcadas por el trabajo del campo, por lo que la escuela permanecía cerrada los meses de junio y septiembre.
En este sentido, cabe destacar el esfuerzo que suponía para los niños de antaño acudir a la escuela, ya que para ello debían caminar varios kilómetros, así como compaginar el estudio con los trabajos que sostenían la economía familiar hasta una temprana edad en la que dejaban el colegio para trabajar.
La lectura, la escritura, el cálculo y la doctrina cristiana, todo ello aglutinado en un mismo libro, eran la base de la educación hasta finales del siglo XVIII, época en la que comenzaron a introducirse nociones básicas de otras disciplinas como la geografía y la historia. En cuanto al aprendizaje, este se basaba en la memoria y la repetición.
En el caso de las niñas, algunos libros estaban dirigidos en exclusiva a prepararlas para la vida en el hogar, puesto que su papel en la sociedad se reducía a realizar labores domésticas, artesanales y de costura.
La enseñanza en el mundo rural en aquellos tiempos era unitaria, es decir, que no existía una división entre el alumnado ni por edad, ni por sexo, ni por asignatura.
Por su parte, el recreo era empleado para atender a los alumnos con dificultades en el aprendizaje. Además de los juegos universales de aquel momento (el pilla-pilla, el corro, la comba…), en Liébana existían juegos locales como la chona, el pite o el calvo en tierra.
Respecto a los docentes de la época, ejercían en varias escuelas y no recibían un salario con regularidad. De hecho, no siempre disponían de títulos académicos, sino que en algunos casos se trataba de una labor de voluntariado con escaso reconocimiento social.
En muchas ocasiones, los maestros vivían en la otra mitad del edificio y prestaban atención a la limpieza personal de los alumnos, de la que ellos mismos se encargaban de finiquitar.
Organizaciones como la Sociedad Económica de Amigos del País de Liébana fueron determinantes en la actividad docente de la comarca.
Fotogalería
Fotografías donadas
Mogrovejo
El paso de los siglos y la situación geográfica han otorgado a Liébana un aislamiento y una protección que han favorecido su peculiar desarrollo en todos los ámbitos, desde la gastronomía hasta la arquitectura, en la que confluyen influencias de Asturias y Galicia que no se observan en ningún otro punto de la región, como los hórreos de madera o el patín de las viviendas.
En el caso de Mogrovejo, se trata de un pueblo que fue rico dentro de la comarca, puesto que poseía agua de forma permanente, tiene acceso directo a puertos de Áliva por el Collado de Cámara y sus habitantes trabajaban para los condes.
La torre de Mogrovejo, seña de identidad del pueblo, data de finales del siglo XIII, lo que la convierte en el edificio más antiguo de la localidad. Este inmueble medieval de 20 metros de altura posee planta cuadrada y está rematado por almenas cuadradas.
A su vera despunta una casa solariega que fue remodelada en el siglo XIX, con capilla de planta rectangular y retablo barroco.
También se conserva la iglesia del pueblo, probablemente del siglo XVII, que tiene una nave rectangular cubierta por bóvedas de crucería y consta de un retablo barroco con los escudos de los Mogrovejo, entre los que destaca la escultura de una virgen flamenca de finales del siglo XV.
Además, Mogrovejo atesora casonas de los siglos XVII y XVIII, entre las que destaca la de Vicente de Celis, con el escudo de los Estrada, del siglo XVI, y casas populares lebaniegas con la planta alta abierta al exterior.
En cuanto a otro tipo de edificaciones populares, se distinguen varios hornos de pan de forma semicircular y un hórreo.
Actualmente, Mogrovejo forma parte de la lista de Pueblos más bonitos de España desde 2020 y es uno de los tres puntos neurálgicos de Camaleño, junto a Santo Toribio y Fuente Dé.