Tino García, exdirector del Parador de Fuente Dé: «Un Parador es un mundo aparte de lo que es la hostelería en general»

Florentino García ‘Tino’ (Otero, 1953) ha ejercido durante casi 40 años como director del Parador de Fuente Dé, un lugar idílico situado a 1.000 metros de altitud y cobijado por los Picos de Europa del que Tino no tarda en presumir durante su entrevista en InfoLiébana. A pesar de reconocer que este tipo de establecimientos también sufren la falta de mano de obra y de profesionalización que en los últimos años sacude al sector, confiesa que se trata de «un mundo aparte de lo que es la hostelería en general» debido, principalmente, a que la gestión es pública, por lo que no importan tanto los beneficios económicos como la calidad del servicio que se ofrece o mantener una plantilla estable todo el año. «No tiene absolutamente nada que ver con un hotel ni en instalaciones, ni en la atención al cliente, ni en dotaciones como la lencería, la vajilla o el desayuno», detalla.
Tino se inició en Paradores, concretamente en el de Hondarribia (País Vasco), el 1 de marzo de 1972. Lo hizo como contable cuando aún tenía 18 años. Aquella etapa coincidió con un «complicado» contexto social en el que «el Parador era una isla española dentro del País Vasco», por lo que «vivíamos un poco alejados de todo» y, las pocas veces que salían de allí, «lo hacíamos todos juntos». «Éramos una familia», rememora.
En aquel lugar conoció a su mujer, que trabajaba como camarera de sala y fue quien le «vendió la moto» para pedir destino en la localidad lebaniega de Fuente Dé, a la que se trasladó en 1981. Tino vivió en Espinama durante sus primeros cuatro años en Liébana, en los que continuaba ejerciendo como contable. Al ascender a director, se mudó junto a su familia al Parador y allí permaneció hasta 1998 que emigró a Guadalupe. Pero «esto tira mucho» y cuatro años después regresó a la comarca lebaniega. Esta vez para quedarse.

Parador de Fuenta Dé, desde una cabina del teleférico.
«Hay clientes especiales, pero en general son muy amables»
En la actualidad, la hostelería no es el oficio más distendido, pero es que hace 50 años, cuando Tino se introdujo en este sector, «era muy esclavo», pues «trabajabas 12 horas y no tenías día libre». Sin embargo, de estos casi 40 años al frente del Parador de Fuente Dé, sorprende que lo más complicado para Tino -incluso por encima que la pandemia-, haya sido trabajar los domingos. «Para mí el domingo era sagrado porque era el día que ibas con tus padres al cine, a tomar un café… Trabajar un domingo y descansar un jueves me chocaba tanto que tardé mucho tiempo en superarlo«, relata.
Por contra, tratar con los clientes y compartir experiencias con ellos, «sobre todo con los asiduos», es lo que más le ha llenado en todo este tiempo. «Hay clientes especiales, pero en general son muy amables y no son exigentes», apostilla. De hecho, «muchos clientes me han llamado cuando se han enterado de que me marchaba y con otros tengo pendiente un café», apunta.
En este sentido, Tino pone en valor la importancia de trabajar «en algo que te guste», puesto que si no es así, afirma, «vas a estar amargado». Es más, su objetivo en el ámbito laboral nunca fue la hostelería o el turismo. Confiesa, incluso, que «estuve a punto de dejarlo», por lo que se formó en la fotografía, que era lo que realmente le gustaba. Sin embargo, «me empezó a gustar tanto…». Tanto, que alargó unos años el momento de su jubilación. «Soy una persona muy activa y no puedo estar sentado en un sofá sin hacer nada o de bar en bar para pasar el tiempo», asegura.
«En Liébana estamos pasándonos con la oferta hotelera»

Tino muestra un cuadro del Parador de Fuente Dé.
Respecto a la situación del sector turístico en la comarca, Tino explica que «los paradores proliferaron en los años 70, al comienzo del boom turístico en España«, con la finalidad de que «hubiera alojamientos para los turistas», sobre todo «donde no era rentable para la industria privada», para «fomentar e incentivar la zona».
«Cuando llegué aquí esto no tenía nada que ver con lo que es ahora. Antes no había donde alojarse y ahora el turismo es bestial. En Liébana estamos pasándonos con la oferta hotelera porque hay que pensar que no trabajas todo el año, solo en época estival y días festivos», analiza el exdirector del Parador. «Yo creo que ya está cubierto el cupo», reitera.
«El cliente del Parador es de poder adquisitivo medio alto, pero no es elitista»
El Parador de Fuente Dé abrió sus puertas en 1966 -coincidiendo con la puesta en funcionamiento del teleférico-. Con tres estrellas -que llegaron a ser cuatro tiempo atrás-, disfrutar de una noche en este establecimiento conlleva un desembolso de entre 70 y 160 euros, «según la época del año y la actividad».
En términos turísticos, a juicio de su ya exdirector, «cada año es mejor», aunque se mantiene la estacionalidad del turismo con una ocupación que supera el 90% durante la Semana Santa y los dos meses que transcurren entre el 15 de julio y el 15 de septiembre, y una estancia media de dos días.
Respecto al perfil del visitante, «de poder adquisitivo medio alto -que no elitista- y con una edad que también es medio alta», Tino señala que, hasta ahora, «en verano solía ser nacional, sobre todo de Madrid, mientras que el resto del año era extranjero, principalmente inglés», pero «eso ahora esta cambiando». Lo que no cambian son los principales atractivos turísticos de la zona, con la naturaleza y el teleférico como ejes de esa demanda.
El primer establecimiento de la Red de Paradores se instaló en la Sierra de Gredos en 1928 y hoy en día ya son casi un centenar en España, en los que trabajan alrededor de 5.000 profesionales. Estos establecimientos están asentados en edificios públicos restaurados y se gestionan a través de una sociedad anónima que, a su vez, es gestionada por el Estado. De este modo, Paradores pretende contribuir a la recuperación y al mantenimiento del Patrimonio Histórico-Artístico, así como a la preservación y el disfrute de espacios naturales del país.
«En un Parador no es tan importante el resultado, sino que se premian otras cosas»
A diferencia de los hoteles privados, que «van a beneficios», Tino pone en valor que en un Parador, «al ser público, no es tan importante el resultado, sino que se premian otro tipo de cosas como el servicio o mantener una plantilla estable todo el año. Por ello, durante la pandemia se llegaron a «tomar muchas medidas, tal vez exageradas porque se aplicaron normas que superaban las establecidas por el Gobierno, que persisten». Además, resalta, «se pretende mantener unos edificios -en algunos casos castillos o palacios- que si no estarían en ruina».
Desde los precios hasta la política a aplicar en cada establecimiento, todas las decisiones sobre Paradores se toman desde Madrid. Sin embargo, Tino admite que quien «realmente los lleva son personas que conocen la casa». En esta línea, lamenta que dichas decisiones se tomen de forma unilateral y no compartidas, pues en su opinión «sería lo ideal».
Como director del Parador de Fuente Dé, su principal pretensión fue «formar un equipo que funcione sin que estés tú. Poder delegar y hacerlo bien. Que te marches y no se note», un objetivo que cree haber conseguido «porque coloqué en cada jefe de departamento a personas que considero capacitadas y muy leales a la empresa«.
Así, su día a día consistía en coordinar el trabajo de una plantilla formada por 25 empleados -que llegan a ser casi medio centenar en temporada-, comprobar y organizar las habitaciones que se ocupan ese día, asignar las entradas de los clientes y burocracia. No obstante, Tino revela que en la actualidad dichas atribuciones están cambiando y se apuesta más por el trato al cliente.
Desde el pasado mes de marzo, Tino disfruta de su jubilación y ocupa su tiempo en mantener la casa y el huerto que plantó hace ya unos años con la idea de organizarse «para no aburrirme cuando llegara el momento».

Tino disfruta de su tiempo libre en la naturaleza.