Pilar Gómez: «No entendería un director de la Fundación que no esté en el territorio porque el Camino Lebaniego tiene gravedad propia»

Pilar Gómez Bahamonde (Santiago de Compostela, 1972) es directora del Centro de Estudios Lebaniegos (CEL) desde 2008 y de la Torre del Infantado desde 2011. Desde hace apenas un mes, Gómez Bahamonde ha asumido el cargo como gerente de la Fundación Camino Lebaniego con medio Año Santo todavía por delante. Su nueva responsabilidad no le asusta, sino que lo afronta como «un reto personal y apasionante». A partir de ahora, esta medio lebaniega medio compostelana afincada en Tama compaginará las tres funciones «con tesón» y, por supuesto, sin dejar la comarca lebaniega. «No podría alejarme aunque quisiera», subraya. Para ella, no se entendería «un director de una Fundación del Camino Lebaniego que no esté en el territorio. Siempre en contacto con el foco y rotor. El Camino, que tiene gravedad propia…».
¿Cambiará la comarca por la capital de Cantabria?
No, porque no entendería un director de una Fundación del Camino Lebaniego que no esté en el territorio. Siempre en contacto con el foco y rotor, el Camino, que tiene gravedad propia. Las problemáticas se comprenden mejor in situ, a lo largo y ancho del trazado. Cada población tiene particularidades distintas, cada albergue, los espacios de esta maravillosa naturaleza
¿Qué balance haría de estos años como directora de la Torre del Infantado y del Centro de Estudios Lebaniegos?
He visto crecer en actividad y madurez a ambos edificios desde su inauguración y he de decir que a día de hoy el CEL acoge una media de 90 eventos al año y la Torre del Infantado acaba de batir récord de visitantes este septiembre, habiendo superado ya la totalidad del año anterior, y aún nos quedan tres meses para cerrar el año.
¿Cómo fueron sus inicios en este cargo?
Ilusionantes. Supusieron un gran desafío y reto personal al ayudar a poner donde se merece nuestro gran patrimonio arquitectónico y religioso como es la Antigua Iglesia de San Vicente Mártir y compartir con toda la comarca el reconocimiento que cada lebaniego le profesa a este edificio tan identitario para todos, que tanta actividad cultural, artística y social entrega.
También el Albergue de Peregrinos, que allá por el 2007 casi nadie conocía, y la imagen del peregrino que costaba encajar en la vida cotidiana de la comarca, que se veían como mochileros porque la peregrinación en Liébana se había desdibujado siglos atrás del paisaje local. Poco a poco se ha convertido en algo habitual hasta ver hoy día que los lebaniegos, en sus pueblos, en cada valle, se preocupan por los peregrinos de paso a Santo Toribio.
Ya en 2011, la Torre del Infantado, cuando se inauguró, era imponente, sobrecogedora. Ese año tuvimos 93.000 visitantes entre lebaniegos, familiares y amistades, y personas que venían muchas veces para volver a contemplar Potes desde el almenado, porque nunca antes había sido accesible a los ciudadanos.
¿Con qué se queda de esa etapa?
Con toda ella.
¿Qué evento o acto de todos los que se han desarrollado en alguno de estos espacios recordará siempre?
Hay dos momentos que permanecen imborrables en mi mente. No puedo decir uno sólo. La primera vez que se celebraron los premios Beato de Liébana, al ver entrar el pendón de Cantabria dentro de la sala principal del Centro de Estudios Lebaniegos, ya engalanada con la solemnidad de la ocasión. Y la primera vez que vi toda la colección de Beatos juntos. Son un universo para mí…
¿Cambiará la comarca por la capital de Cantabria?
No, porque no entendería un director de una Fundación del Camino Lebaniego que no esté en el territorio. Siempre en contacto con el foco y rotor, el Camino, que tiene gravedad propia… Las problemáticas se comprenden mejor in situ, a lo largo y ancho del trazado. Cada población tiene particularidades distintas, cada albergue, los espacios de esta maravillosa naturaleza por la que discurre lleva aparejadas otras características y retos que hay que afrontar también. Las necesidades de las gentes, de los alcaldes, los peregrinos, el propio Monasterio de Santo Toribio… No podría alejarme aunque quisiera. Por supuesto que las distintas necesidades del trabajo implican que trabaje en Santander también. Hay ciertas cosas que indudablemente se tienen que despachar en la capital. Y estoy contenta de poder tener ese apoyo tan fundamental para el desarrollo de la actividad.
¿Cómo recibió la noticia sobre su nombramiento como gerente de la Fundación Camino Lebaniego?
Con alegría, con entusiasmo, aunque sobrecogida a decir verdad. Es una gran responsabilidad y espero poder hacerlo bien.
¿Lo había imaginado alguna vez?
Lo cierto es que no. Cuando salió la convocatoria, reflexioné, hice un par de llamadas a mi familia y amigos y me lo planteé como un reto personal, apasionante, porque es una suerte poder trabajar en algo que nos gusta. No todas las personas pueden hacerlo y eso yo lo tengo siempre presente. Me presenté a un concurso público como aspirante y es un honor que de entre 21 candidatos me hayan escogido a mí.
¿Qué espera de esta nueva etapa?
He de decir que he tenido la suerte de crecer profesionalmente en el mundo del Camino de la mano de José Arenal, Luis Torcida y Aboy, tres personas que hicieron del Camino Lebaniego su quimera. Los dos primeros desafortunadamente nos han dejado ya, pero la primera brocha cargada de pintura roja para marcar las flechas hacia Santo Toribio me la dieron ellos.
Mi intención es hacerlo lo mejor posible para que, allá donde estén, se sientan orgullosos y vean que los lebaniegos y el resto de cántabros cuyos territorios tienen un trocito, un tramo de camino, estamos cuidándolo y mejorando todo lo que seamos capaces la acogida al peregrino. Poco a poco, con tesón y juntos, estoy convencida de que se tiene que notar.
¿Cree que es un cambio o un avance profesional?
Es un cambio, por supuesto, pero está estrechamente relacionado con la actividad que venía realizando desde el Centro de Estudios Lebaniegos.
¿Lo afronta como una ocupación temporal o llega para quedarse?
Me lo planteo como un proyecto a desarrollar. Trabajo siempre por objetivos. Eso ha marcado mi trayectoria profesional siempre. Es un contrato anual y cada año será un reto en sí mismo, el conseguir alcanzar los tramos de la estrategia marcada. Esta es mi preocupación a día de hoy: ir cumpliendo objetivos. El tesón está garantizado.
Aún queda la mitad del Año Jubilar Lebaniego, ¿en qué centra su nuevo cometido?
Tengo la suerte de contar con un gran equipo de profesionales en la Fundación que acabo de conocer, con el que intentaré involucrar al máximo al tejido local de Liébana, que todo aquel que quiera sumarse a participar pueda hacerlo y encuentre un sitio entre nosotros, una actividad, un evento. Involucrar a los jóvenes en la medida en que podamos ofreciéndoles un relato en el que les apetezca participar. Muchos pocos hacen un mucho. Esto es extensible a todas las comarcas por donde pasa el Camino Lebaniego, en todas sus variantes, y el Camino de la Costa.
También nos centraremos en establecer nuevas alianzas y reforzar las existentes con otros territorios vecinos que comparten nuestra inquietud y entusiasmo. Año Jubilar o no, el Camino sigue, no se detiene. Este ente de patrimonio histórico inmaterial que va asociado a unos edificios señeros en arquitectura religiosa mozárabe, románica… Somos un camino de peregrinación de gran espiritualidad y así lo manifiestan las estadísticas de peregrinos recogidas cada año.
¿Qué balance haría de los primeros seis meses del Año Santo?
Yo evalúo y analizo mi trabajo, por el que debo responder. No me gusta ni me corresponde a mí fiscalizar el trabajo de los demás. No me parece justo.
¿Se seguirán los pasos que se han dado hasta ahora o se emprenderán nuevas ideas y caminos?
Las líneas directrices de la Fundación Camino Lebaniego son comunes y están bien claras. Los ejes fundadores de nuestro cometido están bien reflejados. La Fundación trabaja por y para la mejora del Camino Lebaniego y el Camino de la Costa, ambos caminos del Norte en Cantabria.
Luego, cada persona añade su aportación fruto del bagaje que lleva consigo. Cada uno tiene su enfoque. El mío viene desde la humildad que te da la experiencia de 16 años trabajando para el Camino en congresos de turismo religioso como Fairway en Compostela, Josp en Roma, WTO Fátima, FRH Venecia, Elche… También de haber estado al frente de la Oficina de Atención al Peregrino como directora del Centro de Estudios Lebaniegos, del que además depende también el Albergue de Peregrinos de Potes. Por tanto, he de decir que el análisis estadístico de miles de peregrinos a nuestras tierras no es un análisis solamente personal. Todo el estupendo equipo con el que vengo trabajando estos años participa de este pensamiento. Múltiples intercambios de impresiones, enfoques… Es una experiencia colectiva. Como se deben hacer las cosas, a mi entender.
¿Hay prevista alguna celebración que ya se pueda adelantar?
(Risas) Estamos preparando cosas muy bonitas, con ingredientes muy específicos, pero el cocido lebaniego se cuece lento…