El sanitario Juan León habla sobre la evolución de la pandemia en Liébana: «En la primera ola fue todo un caos»

Juan Antonio León Pérez, de 44 años y natural de Torrelavega, es técnico sanitario y forma parte del servicio de ambulancias de Potes desde hace un año y siete meses. La llegada de la pandemia provocó un cambio inesperado en su labor diaria hasta el punto de convertirse, en ocasiones, en el apoyo psicológico de sus pacientes. Hoy, 7 de abril y Día Mundial de la Salud, Juan cuenta a InfoLiébana cómo ha cambiado su día a día y cómo lograron los sanitarios lebaniegos afrontar el reto de la COVID-19, cuya primera ola «fue todo un caos».
Antes del pasado mes de marzo de 2020, la mayoría de los avisos que recibía Juan eran de accidentes de tráfico, caídas, ictus… Su labor se ceñía a proteger la zona y atender al paciente de posibles traumatismos, inmovilizaciones o movilizaciones del lugar para no provocar más lesiones, entre otras tareas.»Es más llevadero, porque tranquilizas un poco al paciente y nos le llevamos, ya que no deja de ser una lesión o una fractura», describe Juan.
Sin embargo, en los últimos meses su trabajo como sanitario ha adquirido un rol más personal, puesto que «con el tema Covid entra un mayor estado psicológico e intimas más con el paciente». Así, Juan confiesa que «empatizo mucho con la gente y me involucro mucho», por lo que «esa carga psicológica para nosotros es importante, porque al final no dejas de ver que es gente que podría ser tus padres o tus abuelos».
«La gente mayor sabe que va a bajar, pero no si va a subir»
Además, admite que «hay pacientes de todo tipo» y «algunos se lo toman con más tranquilidad porque no ven realmente el problema, no notan que tengan nada más que un pequeño dolor de cabeza, un poco de fiebre o una pequeña insuficiencia respiratoria», síntomas similares a los de la gripe, por lo que «bajan más tranquilos».
En cambio, «hay gente con más ansiedad a la que le pone nerviosa solo el pensar que pueda ser positivo». «Muchas veces trabajamos indirectamente como psicólogos porque bajas con gente muy procupada con el tema Covid. La gente mayor sabe que va a bajar, pero no si va a subir o si va a volver a ver a sus familiares«, cuenta apenado.
A pesar de ello, Juan ve la parte positiva de este nuevo cometido y aclara que «también es satisfactorio saber que eres capaz de tranquilizar a alguien y darle ánimos». Además, destaca lo agradecidas que son las personas, «sobre todo la gente mayor», que representa el 90% de los pacientes con los que trata.
Emocionado, Juan relata cómo «muchas veces te tratan como héroe» cuando «desempeñamos nuestro trabajo y somos una parte de la sociedad que trata de encontrar la normalidad de alguna manera». «A veces les dejas en el hospital y se le escapa la lágrima a alguien», dice con los ojos rojos de la conmoción y una sonrisa de satisfacción.

Ambulancias de soporte vital básico, frente al centro de salud de Potes.
Desconocimiento y falta de material
«Nos pilló todo de sorpresa», reconoce Juan respecto a la llegada de la pandemia. «Al principio, en la primera ola, fue todo un caos en relación a los protocolos a seguir y a cómo utilizar los equipos de protección individual (EPIs)…», admite el sanitario.
«Nos pasaron el protocolo, pero es verdad que estábamos escasos de material y los protocolos también se contradecían un poco. Al principio se decía uno y a la semana salía otro parecido, pero se diferenciaban en algun punto… Era un poco lioso, porque de una semana para otra te cambiaba todo«, incide.
En lo que a la carencia de material se refiere, Juan cuenta que «en la primera ola usábamos bolsas de plásticos para cubrir los asientos de los coches, batas de médicos de usar y tirar, bolsas de basura… Todo lo que hemos visto a nivel nacional en los hospitales, lo hemos hecho nosotros también porque no había medios y es lo que había: desconocimiento y falta de material.
Actualmente, dichos problemas se han solventado y la situación «se ha ido estabilizando», puesto que «ya disponemos de trajes perfectamente cualificados» para ello, compuestos por un buzo, una mascarilla, unas gafas, una pantalla, calzas para proteger el calzado y dos pares de guantes.
«Liébana ha sido una zona que en la primera ola ha estado muy tranquila», recuerda Juan, aunque reconoce que «en las siguientes olas ha habido más picos», sobre todo antes de Navidad y durante el mes de febrero. «En ocasiones, la gente de los pueblos vive con muchos familiares en casa, entonces baja un poco esa defensa y se contagia prácticamente toda la familia. A veces hemos bajado a grupos familiares«, explica.

Centro de Salud de Potes.
El centro de salud de Potes cuenta con dos ambulancias de soporte vital básico para realizar los traslados de los pacientes al hospital. A diferencia de otras bases, como la de Torrelavega o Santander, la capital lebaniega no dispone de ninguna ambulancia preparada específicamente para el traslado de pacientes Covid, sino que son los técnicos sanitarios quienes se ocupan de mantener el habitáculo preparado y en condiciones seguras para los pacientes -covid o no- que se desplazan en su interior. «Aquí se habló, pero el problema es la distancia», apunta Juan.
«Lo malo de Potes respecto a los pacientes Covid es que pasamos mucho tiempo con ellos, ya que un traslado dura una hora y cuarto hasta Sierrallana. Ese contacto directo es difícil si no seguimos los protocolos a rajatabla», afirma.
Además, los técnicos sanitarios de Potes se han exigido a sí mismos un protocolo propio, además del impuesto por la empresa, «para evitar contagios», ya que comparten un piso base para pasar los turnos de 24 horas. «Cada equipo -cuatro por cada turno- que entra, desinfecta ambulancias, piso…», detalla Juan.
«La COVID-19 todavía nos supera»
Los contagio entre los sanitarios de Liébana, tanto los del centro de salud de Potes como los de las ambulancias, «por suerte no han sido tan graves», ya que ha habido «pequeños picos de fiebre, malestar, tos… pero no ha pasado de ahí», confiesa Juan. «Anímicamente, ver que otros compañeros no lo han pasado tan mal te anima a pensar que, si lo coges tú, puedes tener la misma suerte», dice esperanzado.
Con la administración de la vacuna «hemos notado que la gente está más confiada«, reconoce el sanitario. «A la gente le ayuda psicológicamente, puesto que parece no vas a contagiar porque estás vacunado, aunque realmente no es así porque la enfermedad la puedes coger igual, pero los síntomas seran menores», aclara.
«La gente está más concienciada en que hay que tener ciertas normas para que esto no avance», cree. «¿Quién nos iba a decir en marzo que esto iba a durar un año? Nos reíamos de que en China se pusieran mascarillas para pasear por la calle y ahora nosotros estamos copiándoles», reflexiona.
No obstante, Juan considera que «está habiendo cosas incompresibles» porque «esto es algo que todavía nos supera» y prevé que las próximas navidades «las vamos a pasar parecidas a las anteriores».
«No digo que esto haya venido para quedarse, pero es nuevo y creo que es algo que vamos a tener que combatir año tras año», valora. «Creo que la vacuna no viene como algo esporádico para erradicar esta pandemia, sino que nos va a acompañar más tiempo», concluye el sanitario.