Cabaña Verónica: de cúpula de un portaviones norteamericano a refugio de montaña

Cabaña Verónica es un pequeño refugio de montaña que se encuentra a 2.325 metros de altitud. Para los miles de visitantes que acogen los Picos de Europa cada año, este refugio se ha convertido en un icono del Parque Nacional. El contraste entre su aspecto, que recuerda a una nave espacial- y el paisaje que lo rodea, le dota de una seducción difícilmente comparable con cualquiera de los demás refugios situados en este paraje natural.
El refugio está custodiado por Jorge David Dinis, un portugués afincado en el norte de España desde hace ocho años. Jorge, que lleva tres temporadas al cuidado de Cabaña Verónica, ha contado a InfoLiébana la importancia de este hospicio, trasladado a su ubicación actual en los años 60.
Su original apariencia se debe a que, antes de utilizado como refugio de montaña, Cabaña Verónica era «la cúpula de una torreta de cañones de un portaviones norteamericano que estaba siendo desguazado en el País Vasco», explica Jorge. El guarda cuenta que su nombre, Verónica, hace honor a la hija del ingeniero del refugio, Conrado Sentíes, quien «tuvo la idea de trasladarlo a la montaña con fines menos bélicos».

Interior de Cabaña Verónica./ FCDME.
El refugio, propiedad de la Federación Cántabra de Deportes de Montaña y Escalada (FCDME), tiene un tamaño de 12 metros cuadrados. Su exterior está constituido por chapa, mientras que su interior está revestido con madera. Además, cuenta con tres literas -con capacidad para seis-, una cocina, una mesa, una emisora de radio -que conecta con el Grupo de Montaña de la Guardia Civil, bebida y alimentos. No obstante, es necesario reservar previamente para acceder a estos servicios.
El viajero puede encontrar Cabaña Verónica tras una ruta de dos horas desde la estación superior del teleférico de Fuente Dé hacia el norte, salvando un desnivel de unos 500 metros. Jorge describe este camino como «bastante simple» y de fácil acceso «para cualquiera, incluso si no tiene experiencia», puesto que la pista «en su fecha se abrió para el rey».
Desde este punto se pueden observar diversos picos reconocidos como «Torre Blanca, Peña Vieja, Horcados Rojos o Pico Tesorero», revela Jorge.
Cabaña Verónica deja de prestar servicios en invierno -desde noviembre hasta abril aproximadamente-. Sin embargo, a diferencia de otros refugios de los Picos de Europa que mantienen abierta una parte para emergencias, Verónica se mantiene abierta al completo debido a su pequeño tamaño. Esta peculiar característica hace que Jorge tenga que pasar por allí a menudo para continuar con el mantenimiento adecuado.
«No paras, literalmente»
La labor de Jorge -y de cualquier guarda de montaña- es esencial. «No paras, literalmente, de la mañana a la noche», dice el portugués sobre su trabajo.
Además del mantenimiento y cuidado del refugio, la labor de un guarda pasa por «informar a la gente, preparar lo necesario para empezar y finalizar la temporada, y estar en primera orden si ocurre algo», ya que si está cerca de una emergencia debe ser el primero en gestionar y estabilizar la situación.
Jorge destaca de esta temporada el frío de octubre y la ausencia de la «nevada gorda» que cae todos los años «entre el 4 y el 6 de noviembre». «Este año nada», incide el guarda, quien comenta asombrado que el décimo mes del año ha sido «de sol», lo que le ha permitido pasar días enteros «en camiseta».