Beato de Liébana, «un personaje vital para la historia de la cristiandad»

El emblemático personaje lebaniego Beato de Liébana, al que Pilar Gómez Bahamonde, directora del Centro de Estudios Lebaniegos, describe como un «personaje vital para la historia de la cristiandad», apareció en el siglo VIII. Esta figura desarrolló su vida en el Monasterio de Santo Toribio, donde escribió su obra. A pesar de que dicha obra ha trascendido hasta nuestros días, «no es suficientemente conocida», admite Pilar.
Se trata de un comentario al Apocalipsis de San Juan, un códice en el que Beato de Liébana explicó ese libro y añadió imágenes «para que todo el mundo lo entendiera», puesto que antes no se leía, sino que se interpretaban los símbolos. Además, incorporó por primera vez la figura de los apóstoles y los lugares donde predicaron, «para después escribir un himno a Santiago Apóstol y decir que es patrón de España, como freno al Islam». «Generó todo un fenómeno», afirma Pilar fascinada.

Representación del Juicio Final.
Una de las salas de la Torre del Infantado, el «rincón favorito del mundo» para Pilar, alberga la exposición de Beatos más grande del mundo, con 22 beatos facsimilizados de los 36 originales que existen y que se encuentran en distintos museos de todo el mundo.
La exposición muestra la vida y la obra de Beato de Liébana a través de alegorías, cuya esencia es la comunicación no verbal de las distintas representaciones.
«Es una de las obras más copiadas y leídas en Europa durante 500 años»
Esta obra es «una de las más copiadas y leídas en Europa, junto con la Biblia, durante 500 años», desvela Pilar. Cabe destacar el tiempo que se tardaba, en aquella época, en clonar cada uno de estos códices manuscritos, ya que esta tarea podría alargarse entre cinco y diez años.
Cada ejemplar está compuesto por 300 pieles de cordero y tapas de piel de vaca, lo que hace que su peso sea bastante superior al de cualquier enciclopedia actual.
El libro pasaba «de monasterio en monasterio» y «no se podía modificar ni una coma», explica Pilar. Así, se reproducía el mismo texto, escrito en latín medieval, una y otra vez. La única diferencia entre cada uno de ellos, como ha podido apreciar el equipo de InfoLiébana durante la visita, es la caligrafía y las representaciones.