‘Superlu’ realiza el Camino Lebaniego en volandas, con ocho años y una lesión medular

Lucía Navarro tiene ocho años y sufre una lesión en la médula espinal desde hace hoy, 27 de octubre, dos años. La causa se desconoce, pero las consecuencias son evidentes. ‘Superlu’ carece tanto de sensibilidad como de movilidad en casi todo su cuerpo, desde el pecho hacia abajo. Su situación es un obstáculo a la hora de realizar según qué actividades, pero no un impedimento. De hecho, hace tan solo dos semanas realizó el Camino Lebaniego junto a sus padres, su abuelo y su hermana, una experiencia que ha llegado a ser toda una odisea.
En volandas, entre seis y ocho horas diarias y durante cinco días. Así ha recorrido ‘Superlu’ la distancia que separa San Vicente de la Barquera y el monasterio de Santo Toribio de Liébana, mientras su padre y su abuelo la portaban en Joelette, una silla de 27 kilogramos con una rueda que permite transportar a personas con movilidad reducida.
Para Alberto, su padre, esta actividad ha resultado «más dura de lo que pensábamos», ya que el itinerario consta de «zonas con puntos peligrosos para gente que no está acostumbrada a caminar» y que, en su caso, les obligaban a coger a ‘Superlu’ en brazos.
A esta excepcional situación, se suman los numerosos obstáculos que han encontrado a lo largo del viaje: albergues cerrados y ausencia de señalización, sombras, baños e incluso fuentes. «Teníamos que racionar el agua. Hemos ido a casas a por ello», comenta la madre de ‘Superlu’, Lucía, aún escandalizada.
Además, la llegada a Santo Toribio coincidió con el Día del Pilar, por lo que el monasterio estaba cerrado. Y todo ello, sin tan siquiera un diploma que lo acredite, ya que al no haber podido pernoctar en los albergues de peregrinos, no pudieron sellar y demostrar la trayectoria que habían realizado durante esos días.

Lucía Navarro Santamaría, ‘Superlu’.
El tsunami
Lucía Navarro Santamaría (Santander, 2014) es la mayor de tres hermanos -Alicia (6) y Bruno (2)-. Después de 24 días de haber dado a luz a Bruno, la madre de ‘Superlu’ tuvo un mal presentimiento. «Nunca me había pasado antes. Estaba muy angustiada y sabía que algo se nos iba a torcer. Por las noches pensaba ‘a mi Lucía no'», recuerda. «Estuve viendo una película con ella, me eché a llorar y le dije ‘no sabemos la suerte que tenemos de tener salud’. Ella me miraba y como diciendo ‘¿Pero qué dices?'», rememora.
El «tsunami», como Lucía lo denomina, llegó el lunes 26 de octubre de 2020. Esa noche, Lucía llevó a ‘Superlu’ a urgencias por un dolor de piernas, pero les mandaron regresar a casa. Cuando volvió al hospital al día siguiente, ‘Superlu’ pasó directamente a la UCI, donde permaneció durante tres largos meses, de los que 23 días -desde esa misma noche- los pasó en coma.
«Nos despedíamos de ella todos los días»
Una vez allí, ‘Superlu’ dejó de ser ella. «No se le curaba la fiebre, estaba cubierta de gasas con hielo, tenía la cara hinchadísima… Nosotros veíamos que se moría», detalla Lucía. «Los médicos nunca, nunca, nos dieron esperanzas de nada. Lo veíamos muy difícil. Nos despedíamos de ella todos los días», asegura. Todo pendía de un hilo, y la vida de ‘Superlu’ estaba tan al límite que el desenlace podía variar en «cuestión de segundos».
Lucía relata que San Sebastián de Garabandal (Rionansa) se convirtió durante la pandemia en un lugar muy especial para ‘Superlu’, por lo que «cuando vimos que estaba todo perdido, se nos ocurrió ir ahí».
El siguiente pronóstico fue «más esperanzador»: no había daño cerebral, sino inflamación. ‘Superlu’ empezaba a reaccionar a los estímulos, aunque continuaba sin poder moverse.

‘Superlu’ de viaje en Ayzac-Ost.
«Jumanji»
Llegó el día y ‘Superlu’ despertó. Las consecuencias del tsunami aún se desconocían, pero «Jumanji» lo cambió todo y supuso una bocanada de aire para su familia.
Después de muchas intubaciones, ‘Superlu’ y su padre tuvieron que inventarse un código para poder comunicarse, ya que todavía no sabían si ella mantendría la capacidad del habla. «Jumanji» fue la primera palabra que pronunció ‘Superlu’ tras despertar del coma para decir a su padre la película que quería ver, pero lo que estaba diciendo en ese momento era mucho más que el título de una película: eran palabras, era aliento, era luz. «Lo que la niña ha luchado no lo sabe nadie más que ella. Yo no conozco ni conoceré a nadie que haya peleado tanto por vivir», afirma su madre con rotundidad.
‘Superlu’ sobrevivió -literalmente- a tres meses en UCI, 23 días en coma, dos semanas en planta, nueve intubaciones y más de 600 aspiraciones antes de ingresar en el Instituto Nacional de Parapléjicos de Toledo. Sin embargo, lo único que pidió tras todo ello fue «ser tan feliz como ahora y estar los cinco juntos siempre».

‘Superlu’ junto a sus padres y hermanos.
Ciencia, ciencia y ciencia
Su historia la ha convertido en una niña «súper inteligente» y «muy madura para su edad». «Sabe perfectamente lo que no puede hacer, lo entiende y lo tiene asumido», explica Lucía, quien añade que «su situación le va a privar de algunas cosas, pero va a vivir el resto con más intensidad«.
‘Superlu’ no podrá volver a caminar. En cambio, no renuncia a las terapias -«privadas y costosísimas»-, pues «la única esperanza que nos queda» es que la ciencia avance y descubran cómo regenerar la médula espinal. «Si llegara ese momento, solo se van a beneficiar a quienes les haya pasado de adultos, que están bien formados, o los niños que hayan crecido armónicamente», concluye Lucía.