María José Bustamante, abogada en Liébana: «Elegí derecho por mis ideas políticas y no me arrepentí lo más mínimo»

María José Bustamante (San Miguel de Aguayo, 1958) ejerce la abogacía en Liébana desde hace 30 años. El 5 de noviembre cerrará su despacho, pero no abandonará ni la comarca ni el mundo rural. Aunque confiesa que su afición «siempre fue la física», la letrada encontró en el derecho «el mejor instrumento» para comprender el mundo que nos rodea. Un mundo que, en este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, analiza con espíritu crítico y desde una perspectiva feminista en favor de los derechos de los colectivos minoritarios, sin exclusiones.
La abogada «era de ciencias», pero su ideología «de izquierdas» le dirigió a emprender su camino con la finalidad de ser «abogada laboralista» para «ayudar a todos los trabajadores del mundo a solucionar sus problemas laborales”, una aspiración que tenían, según María José, “todos los jóvenes que éramos un poco rebeldes”. “En mi caso bastante y espero que no se me haya terminado esa rebeldía”, revela. «Elegí derecho por mis ideas políticas y por una cuestión social y no me arrepentí lo más mínimo», remarca.
María José estudió Derecho en la Universidad de Valladolid entre 1976 y 1981. Tras concluir su etapa universitaria, trabajó en una academia de oposiciones hasta que decidió prepararse su propia oposición para Inspección de Hacienda, la cual no sacó a pesar de aprobar dos años consecutivos.
En Badajoz, donde se mudó después de casarse, dio clase de Derecho Administrativo y Constitucional en la sede de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) en Mérida. Sin embargo, el divorcio la llevó a regresar a Cantabria y en 1993 abrió su despacho en Potes, animada por el economista Pablo Palacios.
Por primera vez los políticos están regulando al mismo tiempo que la sociedad demanda
Para María José, «el derecho es el mejor instrumento para conocer y entender una sociedad», aunque “la regulación normativa siempre va por detrás de la evolución de la sociedad”.
Sin embargo, la abogada cree que “posiblemente, por primera vez, los políticos están regulando al mismo tiempo que la sociedad demanda, incluso en algunos casos están haciendo reformas legislativas muy importantes que realmente están respondiendo a lo que la gente está demandando”.
Sobre las discrepancias políticas y sociales que existen actualmente en relación al concepto del feminismo y las distintas maneras de entenderlo, María José manifiesta que «yo no comulgo con el feminismo clásico, comulgo con las leyes que se están haciendo, inclusivas y que afecten a todo el colectivo».
«Creo que la reforma que ha hecho el Ministerio de Igualdad es la que hay que hacer, en la que hay que incluir no solamente el derecho de la mujer, sino el de todos los colectivos minoritarios. Lo otro me parece un feminismo casi que de élite y no lo comparto. La ley que se ha aprobado, la ley trans, es lo que teníamos que hacer», argumenta.
A pesar de que la defensa de los derechos de los trabajadores fue su punto de partida en la jurisprudencia, la vida laboral llevó a la letrada a desarrollar la profesión en otros campos totalmente distintos. Desde que ejerce la abogacía en Liébana, las causas más comunes de las que se ocupa están relacionadas con el Derecho Civil, aquel que regula las relaciones y conflictos entre particulares, aunque también se dan algunos pleitos vinculados al Derecho Administrativo y Penal.
«Trabajar en un sitio pequeño es más agradecido, pero la presión es mayor»
La letrada considera que «es muy distinto ejercer en el ámbito rural y en una ciudad», puesto que «en un sitio pequeño es más agradecido, pero la presión es mayor». «Los clientes, aparte, son amigos. Yo me lo tomo como algo muy personal», describe.
En lo que María José no ha apreciado sesgo de género es a la hora de tomar la iniciativa cuando se emprende un procedimiento judicial. «A nivel individual, al despacho acuden tanto el marido como su mujer. Que no te quepa la menor duda de que él sabe que su mujer es tan lista o más que él», confiesa. «Lo mismo que para plantear y defender una demanda a los lebaniegos no les importa que yo sea una mujer. Ahí no he notado ni el más mínimo machismo. Es más, yo creo que consideran que las mujeres somos más luchadoras«, valora.
El mundo rural es mucho más que lo que es estrictamente la ganadería
María José se considera una mujer rural «porque vengo de un pueblo pequeño» como por «la forma de vivir» que ha elegido, «que tiene mucho que ver con el de la mujer rural». En esta línea, la abogada defiende que «el mundo rural es mucho más que lo que es estrictamente la ganadería», aunque considera que «una cuestión distinta es que no hay mundo rural sin ganaderos y hay que ser muy conscientes de que es la base». «Se está haciendo poco por ampliar las alternativas para vivir en Liébana, solo se piensa en lo que es el mundo rural con ganaderos y turismo, y tiene que haber más cosas», opina.
«Para mí la calidad de vida es ir a trabajar a cinco minutos andando, no vivir en una ciudad en la que necesitas dos horas para ir al trabajo y un estrés terrible, aunque cobres 4.000 euros. Es mucho más sencillo que todo eso. Es una opción de vida«, explica.
«Yo huyo de las ciudades. Hay gente que dice que Liébana es un sitio muy pequeño y todo el mundo te conoce, pero es que a mí me gusta que la gente me conozca. Yo quiero salir a la calle por la mañana y decirle buenos días a la gente, poder salir por la noche del despacho y sin quedar con nadie tomar una cerveza. Me gusta este modo de vida, pero la gente huye de eso. Le gusta vivir en la ciudad, en ese anonimato. «Creo que es una forma distinta de pasar por la vida», insiste.
En lo personal, María José recuerda que la llegada a la comarca lebaniega «fue dura», una circunstancia opuesta al ámbito profesional, que «desde el principio me resultó bastante fácil porque enseguida empezó a venir mucha gente«.
No obstante, admite que «también es verdad que he trabajado mucho todos los días de la semana. Y es difícil que salga del despacho antes de las 10 de la noche». Tal es así, que sus amigos «llaman al despacho mi casa», comenta la abogada entre risas. Y es que su despacho siempre está abierto y «viene gente con urgencias a las que hay que atender». «Aquí se da otra particularidad, que es que mucha gente no llama, sino que viene directamente», sostiene.
María José espera con ansia que llegue el próximo 5 de noviembre, día en el que, de una vez por todas, cerrará su despacho y, con él, una etapa de su vida. «Tengo muchas ganas de descansar y hacer cosas que no tengo tiempo de hacer, aunque sea ir a pasear con mi marido al monte, leer o escuchar música», señala. Sobre su estancia en Liébana, es clara: «¿Qué voy a hacer? Quedarme en Liébana».