Adiós a 30 años de esfuerzo y dedicación: Lupe y Ángel cierran la gasolinera de Potes

Guadalupe Mateo Herrero (Palencia, 1954) y Ángel Fernández Alonso (Zamora, 1956) se despidieron el pasado mes de junio de la gasolinera en la que han trabajado durante más tres décadas, «toda una vida», y a la que han dedicado todo su esfuerzo y su tesón.
El matrimonio, que se instaló en Potes de manera definitiva en 1984, comenzó a regentar el surtidor cinco años después, en 1989, año en el que la antigua propietaria pensaba cerrar el negocio por la falta de rentabilidad: apenas «se vendían 250.000 litros» anuales.
Sin embargo, Ángel se comprometió a hacerlo funcionar y a vender un millón de litros de gasolina 97 con plomo, que era el único tipo de carburante que se suministraba en ese momento. «Ese año se llegaron a vender 970.000 litros», asegura Ángel con rotundidad.
Por su parte, Lupe recuerda con nostalgia el comienzo del negocio, en el que «funcionaba todo muy bien» y «teníamos cola para repostar».
«Esa ha sido nuestra vida: currar, currar y currar»
Ambos coinciden en que, a lo largo de todos estos años, Lupe ha sido «la que más horas ha metido» en la gasolinera y, a pesar de describir este trabajo como «muy duro y esclavo», ella misma reconoce que «no me pesa» porque «hemos conocido muchísima gente y hemos hecho muchas amistades».
«Esa ha sido nuestra vida: currar, currar y currar hasta que me jubilé y mi marido decidió seguir con su fontanería», comenta con naturalidad.
Así pues, el hijo del matrimonio no ha dudado en reconocer su sacrifio y ejemplaridad en redes sociales, donde les ha dedicado unas bonitas palabras de admiración y agradecimiento:
«Todo en la vida tiene un inicio y un final. Tomar esta decisión no ha sido fácil, pero había llegado el momento. En el año 1989 se empezó a escribir una historia familiar. La concesión de un surtidor que con trabajo, sacrificio y tesón reunió alrededor de este negocio a una familia humilde y trabajadora.

Ángel, Lupe y su hijo, en la Ventana Solidaria de Potes.
No era solo un negocio, era un punto de encuentro. Muchas historias, amigos, anécdotas, alegrías, disgustos, tristezas… Algo que nos enseñó mucho en nuestra vida. Todo un aprendizaje: saber de dónde vienes y valorar lo que tienes. Lo mejor y lo menos bueno tuvieron lugar allí.
Mucho esfuerzo y sacrificio diario de Lupe y Ángel queda detrás de la misma. Mi hermana y yo siempre estaremos en deuda por todo lo que habéis hecho por nosotros.
Mamá, disfruta mucho de tu más que merecida jubilación. Eres todo un ejemplo.
Papá, gran capitán de este barco, sigue con tu verdadera profesión hasta que decidas jubilarte. No he visto a nadie igual que tú. Gracias GASO por todo lo que nos has dado.
De Lunes a Domingo, 365 días al año.»

Ángel, Lupe y su hija, en la Ventana Solidaria de Potes.