Los personajes mágicos que encontraremos a lo largo de la ruta representan la cultura mitológica y tradicional de Cantabria. Durante el recorrido, numerosas pistas nos llevarán hacia estos seres que han convivido con los pobladores de los pueblos cántabros.
La ruta, de dos kilómetros, no tiene ninguna dificultad, ya que está pensada para adultos y niños. Los bosques de robles, castaños, hayas, acebos y encinas dan la bienvenida a los caminantes y camuflan a las criaturas mitológicas que se suceden a lo largo del trayecto.
Un cartel informativo explica la historia de cada uno de estos personajes, diseñados y modelados por el artista cántabro Fran Querol.
Es la simbiosis perfecta entre un árbol y una joven que, un día de tormenta, se refugió en el hueco del viejo tronco de un roble. El tronco, al sentir su cuerpo, la abrazó mortalmente y absorbió toda su esencia.
Este personaje recorre las montañas destrozando todo lo que encuentra a su paso, sobre todo las fuentes, cuya agua utiliza para alimentar sus raíces.
Es la pareja del Ojáncano. Ambos tienen un gran parecido físico: cara achatada y un pelo oscuro, sucio y enmarañado. De su boca salen dos colmillos puntiagudos. La piel está agrietada y cubierta de verrugas. ¿La diferencia entre esta pareja de criaturas? Ella luce sus dos grandes pechos caídos por su espalda.
La Ojáncana, que supera al Ojáncano en maldad, vive en cuevas oscuras y profundas donde espera pacientemente la llegada de los niños, su manjar preferido.
Esta criatura tiene apariencia de un anciano delgado vestido con una túnica blanca y morada. Bajo el brazo, sostiene una arquita de oro con refuerzos de plata. En nuestro caso, encontramos varias monedas encima de esta arca. Sigue leyendo si quieres saber por qué…
Detesta que los humanos malgasten su dinero en vicios, por lo que, cuando encuentra a alguien que haya perdido su dinero en apuestas o juergas y está arrepentido, le ayuda con una onza de oro que saca de su arca. Por el contrario, si esta persona vuelve a caer en sus vicios, le condena a pedir limosna para siempre.
El aspecto de este ser es de lo más curioso: su cuerpo es mitad humano mitad ave, las alas son como las de un gavilán, mientras que la cola es ancha como una escoba. La cabeza y el lomo son grisáceos, tiene nueve dedos en una mano y dos en otra, es bizco, tiene un cuerno en la frente.
Nació con malformaciones, lo que provocó la ridiculización por parte de sus compañeros. Por este motivo, un día decidió matar a uno de ellos. Después de este suceso, Pecu se transformó y, desde entonces, permanece huído en el monte. Cuando encuentra nidos de pájaros, tira los huevos para dejar los suyos.
Si eres mujer y quieres saber cuándo puedes casarte… mira hacia él y pronuncia estas palabras: “Pecu, Pecu, Pecu, colita de escoba: ¿Cuántos años quedan para mi boda?
Este hombre alto y delgado se viste con un abrigo y un sombrero de musgo y hojas, y se calza con zapatos de piel de lobo. El zurrón donde lleva su flauta de madera siempre le acompaña.
Además de cuidar del bosque y ayudar a los pastores a reparar sus cabañas, Musgoso avisa con su flauta cuando se aproxima una tormenta así como de la presencia del Ojáncano.
Este duende viste con ropa hecha con hojas, musgo y raíces, lo que le camufla entre la naturaleza de los bosques. Trenti aprovecha esta ventaja para tirar de las faldas y pellizcar las pantorrillas de las muchachas.
No obstante, también hace cosas buenas como ayudar a los pastores a encontrar el ganado perdido, así como a las personas mayores.
Se trata de una bruja de aspecto siniestro, cuyo cuerpo está cubierto por un manto negro hasta los pies, los cuales recuerdan a las patas de las aves. De su rostro rugoso, amarillento y plagado de verrugas asoma un diente puntiagudo que llega hasta la barbilla.
Se esconde bajo la tierra, de la que solo sale por la noche para entrar en hogares y chupar la sangre de jóvenes y niños y, de este modo, alimentarse sin llegar a matar a sus víctimas.
Estos siete seres son cada uno de un color y el rojo lo monta el diablo. Aparecen en la noche de San Juan entre llamas, humo, y un sonido atronador. Son grandes libélulas con patas de fuertes espolones y ojos relucientes montados por jinetes diabólicos.
Son los responsables de los incendios, los destrozos de las tierras de labranza y de la caída de las hojas de los árboles.
Este duende de cara oscura con fracciones pícaras, pelo largo, ojos verdes, colmillos retorcidos y rabo y cuernos de pequeño tamaño, protege el hogar. Son revoltosos y su pasatiempo favorito es jugar, pero… ¿Cómo? Esparciendo harina, bebiendo leche recién ordeñada, escondiendo cosas o abriendo los cerrojos de las ventanas para que se abran por la noche.
Este ser es uno de los aliados de las Anjanas. Es generoso, ayuda a los más necesitados y da buenos consejos. Sin embargo, se vuelve malvado cuando alguien le ofende o le engaña, ya que detesta la avaricia y la codicia.
Es pequeño, tiene orejas puntiagudas, barba y grandes manos y pies. Además, lleva un sombrero blanco. Se pasa las horas tocando el bígaro, un instrumento de viento hecho con una concha marina.
Esta criatura es mitad culebra mitad dragón, aunque posee unas alas que recuerdan a las de los murciélagos. Viven en las grutas de los acantilados y zonas rocosas, donde guarda tesoros. Cuando sale de su cueva provoca tempestades, y aunque su comida habitual son las vacas, una vez al año se da un homenaje y devora a una doncella.
Este duende tiene orejas puntiagudas y largas manos. Su misión principal es hacerse invisible y pervertir a las jóvenes solitarias, obedientes y buenas mediante caricias que realiza con la ayuda de una raíz de forma humana de una planta joven de mandrágora. La muchacha que se cruza con él cambia drásticamente su comportamiento.
Su figura es enorme, con un aspecto desagradable. Su ojo ocupa el centro de la frente y está rodeado de verrugas y su boca contiene dos filas de dientes. Cada mano y cada pie tienen diez dedos. ¿Su debilidad? La cana blanca que tiene en la barba.
Su bastón puede transformarse en lobo.
Es el ser más cruel: derriba árboles y puentes, ciega fuentes, roba ovejas, rapta pastoras, y además, siembra rencor, envidia y soberbia entre los lugareños.
Es un hada buena que viste con túnicas de seda blanca y sandalias. Su melena está adornada con lazos también de seda. Vive en cuevas con suelo de oro y paredes de plata, rodeadas de flores silvestres.
Apacigua a las bestias, realiza curaciones, calma el dolor, y cuida del bosque y de los animales que viven en él. Por eso, todas las criaturas la respetan.
Esta mujer osa, que vive en el macizo de Ándara (Picos de Europa), es brava y forzuda, pero nunca ataca. Su alimentación es heterogénea, ya que come desde leche, castañas y raíces hasta rebecos o corderos.
Su rostro está arrugado y quemado. El cabello es oscuro y las manos son enormes y están cubiertas de pelos, al igual que sus piernas. Viste con un traje viejo y raído.
Uno de los parajes naturales e históricos mejor conservados de Cantabria. Se desarrolla sobre las calizas del Carbonífero y lo caracterizan las areniscas rojizas del período Mesozoico.
El bosque está compuesto por encinas, robles, avellanos, tilos, castaños y acebos, y alberga diferentes especies como los jabalíes, corzos, zorros, búhos, abubillas, cárabos y lechuzas.
La cima, a 760 metros, está coronada por el conocido mirador de Santa Catalina, que se precipita sobre el Desfiladero de La Hermida y su vista alcanza la entrada a Liébana. En este punto es frecuente observar el vuelo del águila real y el buitre leonado.
Este lugar, que permite avistar los accesos a Liébana, llegó a albergar un castillo del siglo VIII desde el cual se ejercía un control político y militar de la zona. Todavía se pueden observar los restos de este castillo.